En diciembre del año pasado el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció un proceso de colaboración con el gobierno de México para financiar el sistema nacional de cuidados en el marco de las intervenciones de las instituciones bancarias de cooperación internacional. El BID se mostró interesado en aportar financiamiento para que México alcance el mínimo requerido de inversión para crear un sistema nacional de cuidados, es decir, entre el 1 y 2% del PIB de nuestro país.
Este anuncio se dio estando presentes organizaciones de la sociedad civil, el presidente mundial del BID, Ilan Goldfajn, funcionarios del IMSS Bienestar y del DIF nacional. Además, estuvieron como invitadas algunas personas dedicadas al estudio e investigación de los cuidados como trabajo pago y no pago.
El interés por financiar el sistema nacional de cuidados por parte del BID se resumió en cuatro puntos. El primero de ellos es detectar y diagnosticar las brechas de salarios y remuneraciones para personas cuidadoras. El segundo es identificar el déficit de servicios de salud para distintos grupos de edad, fundamentalmente para infancias de cero a 5 años y personas adultas mayores. El tercer punto de interés para el BID es la certificación y capacitación para personas cuidadoras para su profesionalización. El cuarto punto es fortalecer las capacidades institucionales de la Secretaría de las Mujeres federal pensando en que este organismo de la administración pública será, en un futuro cercano, la instancia de coordinación intersectorial e interinstitucional para implementar el sistema nacional de cuidados.
Detrás de estos cuatro puntos de interés del BID hay varias cosas que leer en segundo plano ya que podrían derivar en otras problemáticas, además de las que ya tenemos con la crisis de los cuidados. Ver en: https://utopia-urbana.medium.com/el-año-cero-en-la-ciudad-de-méxico-cómo-caminar-hacia-una-ciudad-cuidadora-f2d8e1391e08
Los puntos de interés del BID para financiar el sistema de cuidados se enfocan en ampliar y mantener la incorporación de las mujeres en el mercado laboral, que en México está conformado por un 54.5% de personas trabajando en actividades informales. Ver en: https://mexicocomovamos.mx/semaforo-nacional/informalidad-laboral/
Entonces las brechas de salarios entre personas cuidadoras que se deben detectar en el mercado formal es una problemática subyacente en otra de mayor urgencia como la incorporación de las personas a la seguridad social a través de un sistema de salud y pensiones eficiente. Sobre la corresponsabilidad de las empresas, empleadores y legisladores para que las personas trabajadoras tengan además de seguridad social, horarios laborales flexibles para que el cuidado a terceros no sea una carga ni para hombres, ni para mujeres, nada se dijo; es un punto de poco interés para el BID.
Sobre el déficit de servicios de cuidados para la primera infancia (0 a 5 años) y para personas adultas mayores, el gobierno de México puede adquirir deuda a través del BID y así mejorar infraestructura para la atención de estos dos grupos poblacionales. Lo problemático viene cuando surgen dudas sobre la capacidad institucional del gobierno nacional para favorecer la coordinación entre los gobiernos estatales y, de estos últimos para identificar las necesidades municipales de la infraestructura para los cuidados.
Una inversión de casi 500 mil millones de pesos por año debe estar bien dirigida hacia los territorios que más la requieren. Cabe decir que esta inversión incluye la dispersión de distintos subsidios a través de los programas sociales del Bienestar, la cual está también bajo cuestionamiento. Ver en: https://www.eleconomista.com.mx/economia/Sistema-Nacional-de-Cuidados-necesita-10-veces-mas-recursos-20240314-0015.html
La certificación y capacitación de personas cuidadoras requiere de un impulso innovador de las instituciones públicas alrededor de las necesidades diversas de las personas cuidadoras, así como de un cambio cultural sobre cómo vemos el trabajo en la sociedad, qué valor emocional y económico le damos desde la familia hasta en las instituciones. Este punto se torna problemático cuando pensamos en la “mercantilización del cuidado”. (Pineda D., Javier A., 2019). Dicha mercantilización se refiere a entrar a la competencia del mercado por servicios de cuidados especializados que pocas personas pueden pagar, que regresan a manos de las familias o redes comunitarias amplificando las desigualdades de género, de clase social y territorial.
En el BID deberían explorar un poco más en qué condiciones podría dar créditos para fortalecer a la Secretaría de las Mujeres para que se convierta en el ente articulador del sistema nacional de cuidados cuando ha cambiado su papel al pasar de Instituto a Secretaría. Es decir, en su estatuto orgánico pasó de ser un ente para transversalizar la perspectiva de género con capacidad de hacer prescripciones al poder público, a convertirse en un brazo del poder ejecutivo y, -en el contexto del debilitamiento democrático en México-, también ha pasado a ser una extensión del partido hegemónico. En dicho contexto poco o nada se escucha a la sociedad civil, mucho menos si cuenta con planteamientos divergentes sobre los cuidados a lo que señalen las funcionarias de la llamada “cuarta transformación”.
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