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Planeación territorial con perspectiva de cuidados

Una de las conversaciones “incómodas” para las nuevas administraciones de la CDMX y federal que asumirán pronto sus responsabilidades es la que se refiere al suelo urbano y los cuidados. 

Por una parte, el gobierno de la Ciudad de México apostará los recursos públicos (no sabemos todavía si provenientes de la recaudación local) a la construcción de 100 espacios llamados UTOPIA que son promocionados como centros para los cuidados.

Por otra parte, el gobierno de la CDMX cuenta con el programa “Vivienda en Conjunto“ para “otorgar financiamientos para proyectos de vivienda, con cero intereses otorgando ayuda de beneficio social”. Son recursos no recuperables para solicitantes de crédito y a través de un Fideicomiso se administra el producto por la enajenación de las viviendas. Por estas condiciones son pocos los actores privados interesados en apoyar este programa.

Todo esto suena muy acorde a las narrativas tipo “buenos y malos”. “Buenos” quienes impulsan programas de esta naturaleza con la bandera del derecho a la vivienda y el derecho al cuidado en un espacio habitable digno. “Malos” quienes vemos con reservas los planteamientos del gobierno porque sabemos que, desde el poder gubernamental, no hay muchas exigencias de justicia social y territorial a los desarrolladores inmobiliarios y de vivienda privados para que generen espacios de integración entre viviendas asequibles y entornos para una ciudad sustentable, sostenible y con perspectiva de cuidados a las personas más vulnerables.



Las propuestas gubernamentales de la UTOPIA y la vivienda de interés social no tienen un gran marco de soporte como para mantenerse firmes. Es decir, requieren de instrumentos de planeación urbana de cara a las problemáticas en el uso y explotación del suelo de la Ciudad de México. 



Entre estas problemáticas están, la urbanización especulativa con edificios altos que se construyen y no se ocupan, o si se ocupan reducen el espacio verde de la ciudad y comprometen los recursos hídricos. La urbanización “popular” de quienes buscan un predio para auto-producir su vivienda en condiciones de riesgo. Esta precarización de la vivienda no sería posible sin las alianzas entre promotores de ocupación ilegal y los partidos políticos. 

La tercera problemática que nos habla de la urgencia de renovar los instrumentos de planeación urbana y territorial para la CDMX es la cada vez más inequitativa distribución territorial en el acceso a servicios e infraestructuras de agua, salud, educación, recreación y espacios verdes para una vida saludable. Esta inequidad, a su vez, se relaciona con las diferencias en la experiencia de cuidar de otros en una alcaldía sin servicios esenciales cercanos, de calidad y accesibles en tiempo, distancia y recursos monetarios. También se relaciona con la normalización del cuidado en la precariedad como un acto “de entrega y sufrimiento” necesario para la valoración de la persona, por lo general, de las mujeres.

No es sencillo irse a parar a los foros de planeación territorial para hablar de los cuidados, aunque de repente pareciera que sí, dado que en la academia se cree que están separados el ágora y el oikos, la plaza pública de la casa, la razón del sentimiento y la distribución del trabajo de las diferencias de género para crear ciudades. Mucho menos se reconoce en los foros académicos la necesidad de que haya un desarrollo urbano y territorial dirigido por la perspectiva de los cuidados. ¿Cómo sería eso? Preguntan las y los estudiantes de posgrado. ¿Cómo se llevan los cuidados a la planeación urbana?

En primer lugar, revisando lo que entendemos por zonificación de usos de suelo en los instrumentos de planeación que tenemos hoy y cuestionar el paradigma que estamos aceptando sin objeción para diseñar y crear ciudades. ¿De dónde vienen los cálculos para la densidad y el equipamiento con el cual se determina qué puede construirse y qué no? Cuántos niveles, qué tipo de equipamientos y cuáles son las “cuotas” de áreas verdes y de recarga acuífera necesarias.

En segundo lugar pensando en lo que las feministas teóricas del cuidado nos han dicho sobre la re-distribución. Podemos retomar ese planteamiento pensando en los actores públicos y privados que intervienen en la modificación del territorio al construir megaproyectos y mantener la infraestructura necesaria para su funcionamiento. ¿Por qué no existe una obligación estatal expresa en donde el actor privado se ocupe de un área verde, un centro para adultos mayores, un centro de cuidado infantil en un edificio corporativo, un centro de salud para la atención primaria, entre otros servicios? ¿Qué norma se puede diseñar para una distribución justa de la responsabilidad del cuidado en términos financieros? Hacernos estas preguntas nos orilla a pensar en indicadores sociales y poblacionales como las tasas de envejecimiento en zonas urbanas, la esperanza de vida, la vulnerabilidad por movilidad limitada o discapacidad, la recurrencia de enfermedades en las infancias, entre otros. ¿Por qué las medidas de integración urbana que se les pide cumplir a los desarrolladores inmobiliarios en la CDMX no se basan en este tipo de indicadores? Mientras nadie los obligue, seguirán en su lógica y peor todavía, el rol de los gobiernos locales como las alcaldías y el del Gobierno de la Ciudad de México ha sido facilitar los negocios inmobiliarios sin regreso en beneficios sociales, entre estos, infraestructuras y servicios para los cuidados.

Por último la planeación urbana con perspectiva de cuidados se basa en una movilidad integrada. Una movilidad que permita trasladarnos con seguridad y de manera eficiente; que no nos ponga en riesgo todos los días a las usuarias y usuarios del transporte público. El ordenamiento territorial debe contemplar la movilidad de cuidados como una guía que permite entender las dinámicas de los traslados de quienes tienen que gastar más para trasladarse a mayor distancia, de quienes podrían tener la opción de estar cerca de lo que necesitan para cuidar y cuidarse o de quienes podrían tener trabajos cercanos y estables a partir de la atracción de inversiones privadas.

La perspectiva de cuidados puede concretarse en una nueva clasificación de usos de suelo con una vertiente técnica y social de equipamiento urbano para tener cercanía con los servicios públicos para el cuidado, sobre todo en alcaldías con menor cobertura de estos servicios como son Tláhuac, Xochimilco, Milpa Alta y Magdalena Contreras. Las acciones aisladas o fragmentadas sobre la vivienda y la construcción de una UTOPIA por aquí y otra por allá, generarán más problemas de los que pretende solucionar.


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